No nos dejemos engañar. Compartir no es ni puede ser un delito. Cuando se inventó la imprenta también creyeron que la cultura iba a morir. Y de la misma forma se nos hace creer que al compartir libremente contenidos digitales nadie escribirá libros ni compondrá música. Y, sin embargo, ahora hay más libros y más música que nunca. Aún más, la cultura se democratiza. Los autores ya no están sometidos a la tiranía de la industria. Vemos aparecer nuevos talentos diariamente que jamás hubieran tenido una mísera oportunidad de ser conocidos y reconocidos si no existiera Internet.
Cierto es que los modelos de negocio cambian como cambia el mundo y la sociedad. Pero la ambición es atrevida y su masa colosal apenas sabe adaptarse y cambiar con los tiempos. Pretenden seguir lucrándose de manera indecente con las copias digitales (sean libros o contenidos audivisuales). Asistimos estupefactos a un creciente mercado en el que los precios de los productos cuyo coste de reproducción es practicamente nulo apenas difieren del precio del producto material (libro en papel, música o video en cd).
Y, para colmo de desvergüenza, la industria se alía con los gobiernos para censurar Internet. Así, podrán decidir arbitrariamente cerrar o impedir el acceso a los sitios web que quieran. Esto supone uno de los más importantes hitos en la historia de la censura: censura a nivel global. El derecho a la información cercenado.
Si lo permitimos estaremos ante un retroceso sin precedentes tras el paso gigantesco que ha supuesto la aparición de Internet en nuestras vidas. Empieza informándote, antes de que sea demasiado tarde.
Aquí tienes una interesante infografía sobre SOPA, ese engendro que desde Estados Unidos se está
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